El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado al alza sus proyecciones de crecimiento para América Latina y el Caribe en 2023, situándolas en un 1,9%, frente al 1,6% estimado anteriormente. Para el próximo año, el FMI prevé un crecimiento del 2,2%.
Esta mejora de las perspectivas se debe principalmente al sólido desempeño de las dos principales economías de la región, Brasil y México. En el caso de Brasil, el FMI ha elevado su pronóstico de crecimiento del PIB para este año del 0,9% al 2,1%, gracias al notable desempeño del sector agrícola durante el primer trimestre de 2023. Por su parte, México se perfila para un crecimiento del 2,6% en 2023, frente al 2,2% estimado anteriormente. El FMI destaca la recuperación tardía pero sólida de la economía mexicana, especialmente en el sector servicios, impulsada por la consolidación de la recuperación post-pandemia y por una demanda resiliente desde Estados Unidos.
Pese a estas mejoras, la región enfrenta desafíos en su crecimiento tras un 2022 más optimista. La desaceleración del crecimiento respecto al año anterior se debe en parte al fin del rápido repunte post-pandemia y a los precios más bajos de las materias primas. Además, el FMI señala la fragilidad de la economía global, que continúa siendo débil en términos históricos. Esto se debe en gran medida a las políticas de aumento de tasas por parte de los bancos centrales para combatir la inflación, lo que está ejerciendo presión sobre la actividad económica.
El informe también destaca preocupaciones en torno al sector bancario y resalta la situación de China, una economía clave para América Latina. Aunque la recuperación de China experimentó un impulso inicial con la relajación de las políticas de bloqueo, la debilidad persistente en el sector inmobiliario está impactando negativamente en la inversión y la demanda, lo que representa un desafío adicional para la región.
El FMI presenta un panorama más alentador para América Latina y el Caribe, gracias al sólido desempeño de Brasil y México. Sin embargo, persisten desafíos ligados a la inflación, las tasas de interés y la fragilidad económica global que podrían influir en la trayectoria de crecimiento de la región. Además, la situación en China agrega un elemento de incertidumbre a estas perspectivas económicas.